Luego de terminar su exitosa carrera como futbolista, Cruyff dió sus primeros pasos como Director Técnico, en el banquillo de su amado Ajax Amsterdam; con el que continuó con la conquista de títulos para las vitrinas del club capitalino, por cuanto ganó la Copa Holandesa de 1986 y la Recopa Europea de 1987.
Fiel a la filosofía de juego innovador y ofensivo heredado de su maestro Rinus Michels, Cruyff plasmó en la cancha, una estrategia basada en la construcción de juego veloz y arrollador iniciado en el medio campo, con futbolistas habilidosos capaces de atraer marcas y surtir de balones a los atacantes.
Dejó, así mismo, un importante legado al frente de la dirección Técnica del Ajax: el descubrimiento de importantes valores para el club, la Selección de Holanda y para el fútbol mundial; como es el caso de estrellas de la talla de Marco Van Basten y Dennis Bergkamp.
En 1988, parte para España para dirigir al otro club de sus amores, el FC Barcelona. El cuadro catalán le permite afianzarse como un entrenador de talla mundial. Utilizando un equipo remozado y con jugadores nóveles, Cruyff, en poco tiempo, empezaría a brindar espectáculo, interpretando un esquema técnico-táctico, basado en el Fútbol Total de la Naranja Mecánica holandesa, interpretando un juego vistoso y ofensivo. Los resultados saltaban a la vista: cuatro ligas consecutivas, le dieron jerarquía a la escuadra de Catalunya -vislumbrándose lo que hoy lleva el membrete de Dream Team -y a Cruyff, la reputación de ser uno de los mejores entrenadores del planeta.
Pero fue en la temporada 1991/92, en donde se consagraría el holandés y su Dream Team, al imponerse con maestría en la final de la Copa de Campeones de la UEFA, disputada en Wembley, a la Sampdoria de Génova, con aquél innolvidable gol de tiro libre, ejecutado por Koeman. Su excelso sistema de juego, llegaría a su esplendor y llevaría la mítica impronta del genio revolucionario Johan Cruyff.
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